martes, abril 18, 2006

Polvo y Cenizas

Ha llegado el final, lo sé.
La hora más oscura enfrentaré.
Veo mi sangre escapar de un cuerpo exánime.

Ya no hay razón para sufrir:
Mi vida fue un fútil vaivén en un mar de furor,
un deslucido intento.

Se extinguirán el anhelo y la dicha,
pronto seré polvo y cenizas.
Mis manos no alcanzarán el cielo.

Se acaba la ilusión de un negro corazón
que pudo encontrar en la soledad momentos de paz.

Se romperá el eslabón, la puerta se abrirá;
y de su prisión material, el alma saldrá.

Hoy no hay caricia que el temor temple,
nadie mitigará el peso de esta cruz.

“No culpes a tus ojos por la aflicción,
tus pies no buscaron el camino lleno de llanto y dolor.
Todo acabará”.

Soy una sombra de mi esencia,
que sólo fue capaz de traicionar su sino.

“Está amaneciendo y brillará de nuevo el sol en la costa azul.
Siente la brisa del mar, una vez más.
Soy el lucero de la mañana que has venido a buscar,
esta es mi señal.”

Nota: Extraída del álbum "Los dominios del viento" de Lancelot

El sueño universal

El volcán que es toda fuerza, roja sangre y puro amor,
ha inyectado en tus venas la luz y la pasión.
El dolor llegó de pronto y no se volvió a ir, impera aquí,
herencia de los dioses que te escogieron para ser su voz.

Vivimos entre ruinas, presos por el estupor
de no encontrar salida al laberinto de terror.
En tu piel respira la ilusión de tus aliados:
algún día volver a ver el sol.

// Ayúdame a hundirlo todo en el panteón infausto del olvido,
enséñame a percibir tu rastro, a interpretar el sueño universal. //

Tus palabras, equilibrio entre bondad y maldad,
fluyen raudas del abismo entre existir y pensar.
El temor carcome el alma de quien decidió, hasta morir,
tomar entre sus manos el riesgo de cantarle a la razón.

Caminamos sobre espinas como sombras perdidas,
mordiendo y escupiendo la insustancial vanidad.
En tu piel respira la ilusión de tus aliados:
algún día volver a ver el sol.

Nota: Extraída del álbum "Los dominios del viento" de Lancelot.

jueves, junio 30, 2005

Al decir adiós...

Aunque mi estribillo no provenga del ensueño de Kafka, aunque en los oídos de los mortales corazones no sonare como las siete notas de Shubert, aunque estas páginas corrientes fueran sólo la consecuencia de las horas y minutos, aunque el gris color resquebraje los sombríos horizontes, mi anhelo constante será la lectura nocturna de un esbozo que hará imperante los secretos, las dudas, las absolutas interrogantes.

Y quizás nunca conozcas la realidad de mi alma, que incesante deseaba recitarte la verdad de lo que siento.

Y es que mi “Epístola al final de la existencia” es abstracta, incierta, sombría. Porque fue hoy, en la pesadumbre que me acechaba, cuando intenté pronunciar absurdas y exánimes palabras. Pero el angosto abrazo y el beso inefable no dijeron nada.

Pero qué más se puede esperar de mí, si hay segundos en los que la risa me inunda, y otros en los que me siento un espacio para la sinrazón. Dime quién puede interpretar mis sentidos sino Dios. Dios que te escucha, te ama, te ayuda, aunque a veces siento que sólo escucha.

Lo repito, tengo un único anhelo: que el recuerdo de lo que he sido, he tenido y he creado, lo conserves con esa espiritualidad que el Creador tuvo al amor, para dárselo a los seres en la luz y en la agonía.

Y el adiós, triste postrer palabra, se establece en mi memoria. Eso es lo que precisamente mi intelecto buscaba pronunciar, pero no encontró otro refugio que la tinta negra, que afortunadamente se impregna en las amarillentas páginas para poner en evidencia a un corazón que aprendió a amar sinceramente y a transcribir versos de vida y de muerte.

miércoles, junio 15, 2005

Carta enésima...

Soledad:
Tú ya lo sabes bien, yo siempre fui el final de la esperanza. Camino en la ciudad y la calle me habla, pero yo no entiendo nada. Mi sombra huyó de las paredes, de los adoquines; y el viento ya no quiere sostener mi voz. El vacío llena el espacio que ocupaban los recuerdos, provoca susurros en mis lúgubres entrañas.
El paso del tiempo ayer me causó estragos. Yo que creía ser el mismo por tener igual efigie, caí en cuenta de que mis ojos me delatan. Se resisten ellos al brotar de lágrimas, y quizás esta sea la causa del abrupto dolor que en las tardes me embarga.
Trato de refugiarme en textos, melodías, olores de antaño. Una cómoda sensación me embarga. Volver atrás, disfrutar viejas glorias. Ensimismado. Hasta que se agota la nostalgia.
Renunciar no es fácil otra vez. Hoy que dudé del color del viento, no sé si será mío el alba de oro. El día exacto es una estrella despistada que me espera al despertar.
(Previamente Publicado en Cuenta Cuentos)

sábado, mayo 28, 2005

El turista y el sabio

Se cuenta que un turista norteamericano fue a Oriente con la finalidad de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.
- ¿Dónde están sus muebles? preguntó el turista.
Y el sabio rápidamente respondió con otra pregunta:
-¿Y dónde están los suyos?
- ¿Los míos?, se sorprendió el turista. ¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!
- Yo también, concluyó el sabio. La vida en la tierra es solamente temporal, sin embargo algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices. El valor de las cosas no está en el tiempo que duran, sino en la intensidad con que suceden. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables.

jueves, mayo 26, 2005

Las religiones y su significado

Tengo la certeza de que todas las religiones son buenas en cuanto acercan al hombre a Dios, porque la evolución de una persona no depende ni de la religión, ni del maestro, ni de ningún libro sagrado: la evolución espiritual es absolutamente personal. No basta con conocer la verdad, porque podemos conocer el hecho en sí, pero si no sabemos sacarle el significado de nada nos sirve, es letra muerta.

El conocimiento se puede demostrar, la verdad se experimenta. El conocimiento es una posesión de la mente, la verdad una experiencia del alma, del yo en progresión. Pero desgraciadamente solemos quedarnos sólo con el conocimiento y las formas de la religión. Se piensa que con cumplir una vez a la semana con los ritos impuestos y con ser más o menos moral, ya se es religioso y espiritual. Nada más alejado de la realidad, porque la verdadera religión es la actuación de un alma individual en sus relaciones concientes con su Creador.

Relaciones concientes y no oraciones mecánicas sin sentido recitadas en días y horas determinadas. Relacionarse con Dios es sentirlo en nuestro interior y comunicarnos con El en medio de nuestra vida cotidiana, con nuestras propias palabras y sentimientos; hablar con El como se le habla a un padre amoroso que sabemos que nos ama y comprende, porque ciertamente el Padre mora en el Paraíso, pero su divina presencia también mora en la mente y en el corazón de los hombres.

No es posible disociar la vida religiosa de la vida terrenal, porque ambas para que sean válidas y consecuentes deben ir siempre estrechamente unidas, sin descuidar la una por la otra porque mientras nos dedicamos a obtener las realidades eternas, debemos también disponer para las realidades de la vida temporal. Es un error aislar parte de la vida y llamarla religión porque es desintegrar la vida y distorsionar la religión.

Nuestra vida se enriquecería si cambiáramos nuestro concepto de Dios, si en vez de asociarlo sólo a la religión, practicáramos la amistad con Dios porque El don del Padre es el compañero inseparable del hombre. El espíritu del Padre eterno se oculta en la mente de todos los hijos mortales. El hombre sale a buscar un amigo y ese mismo amigo vive dentro de su corazón.

La palabra Dios no puede ser definida y por tanto no representa el concepto infinito del Padre, mientras que el término Padre como puede ser parcialmente definido, puede ser empleado para representar el concepto humano del Padre divino, como está asociado con el hombre durante el curso de su vida mortal.

Basta pues de culpar a otros, de cifrar nuestra evolución en tal o cual religión o libro sagrado, porque mientras no hagamos el trabajo personal, todo conocimiento será inútil. Jesús nos dijo: DEBÉIS PRESTAD OÍDOS A MIS PALABRAS, PARA NO COMETER NUEVAMENTE EL ERROR DE OIR MIS ENSEÑANZAS CON LA MENTE, MIENTRAS VUESTRO CORAZÓN NO COMPRENDE EL SIGNIFICADO.

miércoles, abril 27, 2005

El miedo impide avanzar

El futuro es un concepto que carece de sentido si no se asumen responsabilidades. El miedo que hace mella en todos los seres humanos cuando se desconoce qué va a suceder, es más latente cuando se carece de experiencia previa. Cuando el hombre alcanza madurez y se enfrenta a retos en su vida, intenta echar mano de su bagaje de experiencias para perderle el miedo al futuro. Sin embargo, ese miedo sigue subyaciendo hasta que la luz empieza a entrar en su mente, la luz que viene dada por los primeros pasos en el camino del reto que tiene planteado.

El miedo lo queremos teñir muchas veces con la palabra prudencia. La prudencia es el conocimiento de lo que puede ocurrir, unido tanto a la paciencia como al desconocimiento de los factores ajenos. Prudencia, en todo caso, no significa estar parado sino andar con atención para corregir sobre la marcha los errores que puedan ir cometiéndose.

Por el contrario, el miedo te impide avanzar. El que tiene miedo ve enemigos en todas partes, ve dificultades en todos los pasos. No avanza, se estanca, entierra la moneda y no la hace fructificar.

Dentro de nosotros tenemos las respuestas para hallar la salida a cualquier situación que se nos presente, pero para ello debemos tener la objetividad suficiente como para poder poner por delante la experiencia de lo que hayamos vivido anteriormente, uniéndola a la escala de valores que tengamos implantada en nuestra personalidad. La síntesis será el paso que demos a continuación. Si a la experiencia previa le unimos nuestra escala de valores, nuestra filosofía de la vida, el resultado tiene que ser algo positivo.

El miedo se produce por desconocimiento de nuestras capacidades. En el ejercicio diario vamos poniendo a prueba cada una de esas capacidades. No le demos la espalda a los problemas, porque los problemas son la clave para evolucionar. El miedo impide que afrontemos los problemas.

El valor es trocado en locura si no va unido a la inteligencia. El valor debe estar regido por la cordura, por la inteligencia, por el manejo de los parámetros positivos y negativos que se dan en cada acción; y aunque siempre existe el elemento riesgo, debemos asumirlo. Si el resultado final es positivo o negativo, asumámoslo también con absoluta naturalidad.

La coherencia no está reñida con el amor, con la paciencia, con el valor, con la prudencia. La coherencia es el resultado de la unión de parámetros para tomar una decisión. Los procesos racionales nos tienen que servir para desenmarañar aquello que parece enmarañado. Si la información que se recibe parece confusa, enmarañada, sin sentido, parémonos y busquemos el hilo que deshaga el ovillo.

Así es la vida: una madeja revuelta pero con cabos que siempre están a nuestra disposición para desenmarañarla. Sólo el miedo nos hace desistir de ese reto.

Cuando nos encontremos frente a frente con una situación desconocida, tengamos la seguridad de que internamente tenemos la clave para afrontarla. No tengamos miedo a avanzar. Pongamos toda nuestra energía positiva en ello y aunque aparentemente recibamos sinsabores, en la balanza final seguro encontraremos un resultado altamente positivo.

Desenmarañemos la madeja sin miedo. Afrontemos lo que la vida nos da porque eso es lo que nos hará evolucionar. No queramos cambiar la vida al prójimo, no andemos por él. Seamos referencia pero no objetivo. El objetivo es uno mismo para uno mismo, no para el prójimo.

viernes, abril 22, 2005

El deseo

Un emperador estaba saliendo de su palacio para dar un paseo matutino cuando se encontró con un mendigo. El emperador preguntó:
-¿Qué quieres?
El mendigo se rió y dijo:
-Me preguntas como si tu pudieras satisfacer mi deseo.
El rey se rió y dijo:
-Por supuesto que puedo satisfacer tu deseo. Simplemente dímelo.
Y el mendigo dijo:
- Piénsalo dos veces antes de prometer.
El mendigo no era una ser cualquiera, había sido el maestro del emperador en una vida pasada, y en esa vida le había prometido "iré y trataré de despertarte en tu próxima vida".
El emperador insistió:
- Te daré cualquier cosa que pidas. Soy un emperador muy poderoso. ¿Qué puedes desear tú que yo no pueda darte?
El mendigo le dijo:
- Es un deseo muy simple. ¿Ves aquella bolsa? ¿Puedes llenarla con algo?
El emperador llamó a uno de sus servidores y le dijo:
- Llena de dinero la bolsa de este hombre.
El servidor lo hizo y el dinero desapareció. Echo más y más, y apenas lo echaba desaparecía. La bolsa del mendigo siempre estaba vacía. Todo el palacio se reunió. El rumor se corrió por toda la ciudad y una gran multitud se reunió allí. El prestigio del emperador estaba en juego. Les dijo a sus servidores:
- Estoy dispuesto a perder mi reino entero, pero este mendigo no debe derrotarme.
Diamantes, perlas, esmeraldas, los tesoros iban siendo vaciados. La bolsa parecía no tener fondo. Todo lo que se colocaba en ella desaparecía inmediatamente. Era el atardecer y la gente estaba reunida en silencio. El rey se tiró a los pies del mendigo y admitió su derrota. Le dijo:
- Has ganado, pero antes que te vayas, satisface mi curiosidad. ¿De que esta hecha tu bolsa?
El mendigo se rió y dijo:
- Está hecha del mismo material que la mente humana. No hay ningún secreto, simplemente está hecha de deseos humanos.