viernes, agosto 20, 2004

El embellecimiento de una verdad desplaza al error que la acompaña

Jesús aprendió mucho sobre los hombres durante su estadía en Roma, pero la más valiosa de las múltiples experiencias de su permanencia de seis meses en esa ciudad fue su contacto con los líderes religiosos de la capital del imperio y la influencia que ejerció sobre ellos.

Antes del fin de su primera semana en Roma, Jesús ya había localizado, y había trabado conocimiento con los principales líderes de los cínicos, los estoicos, y los cultos de misterio, en particular los del grupo mitraísta. Supiera o no Jesús que los judíos rechazarían su misión, previó con toda seguridad que sus mensajeros no tardarían en venir a Roma para proclamar el reino del cielo; y por lo tanto se dedicó a preparar, de la manera más sorprendente, el camino para la mejor y más segura recepción de su mensaje. Seleccionó a cinco entre los líderes de los estoicos, once de entre los cínicos, y dieciséis de los cultos de misterio y pasó gran parte de su tiempo libre durante casi seis meses en íntima asociación con estos maestros religiosos. Fue éste su método de instrucción: no atacó nunca sus errores ni tampoco mencionó jamás los defectos en las enseñanzas de estos líderes. En cada caso, seleccionaba la verdad dentro de lo que enseñaban y la embellecía e iluminaba ante sus ojos de manera que en muy breve tiempo esta expansión de la verdad desplazaba por sí sola al error que la acompañaba; así pues estos hombres y mujeres aleccionados por Jesús se preparaban para el subsecuente reconocimiento de verdades adicionales y similares en las enseñanzas de los primeros misioneros cristianos. Fue esta precoz aceptación de las doctrinas de los predicadores evangélicos la que dio tan poderoso impulso al rápido crecimiento del cristianismo en Roma y desde allí a todo el imperio.

Muchos de nosotros tendemos a atacarnos mutuamente por nuestras naturales diferencias al ver las verdades existentes en nuestra nueva revelación. Si nos dedicáramos como el maestro Jesus a embellecer e iluminar esas verdades diferentes que vemos nosotros en cada exposición de nuestros hermanos, desplazaríamos los errores en vez de iniciar guerras ideológicas.