jueves, julio 29, 2004

Sobre la tranquilidad del servilismo...

Luego de salir de Cuba, Ernesto Guevara llegó a Bolivia con el propósito de seguir su gesta revolucionaria. En el indígena boliviano encontraría tierra estéril para sembrar ideales afines a su causa. Cuentan ciertas memorias que, una vez capturado, un campesino fue el encargado de entregarlo a un agente de la CIA. El gringo, mofandose del "Che", le preguntó:

- ¿Y este que te entrega no es parte del pueblo que quisiste liberar?

Ante lo cual el campesino interrumpe contrariado por la pregunta:

- ¿Liberar de qué? ¿Acaso yo te pedí que me liberes?

Repaso este recoveco de la historia y me acuerdo de Moisés, cuando luego de vagar mucho tiempo por el desierto los judíos se revelan y le increpan:

- ¿Para esto nos sacaste de Egipto? ¿Para sufrir esta inclemencia?
- Sí, mejor estuviéramos en Egipto siguiendo como esclavos...

En principio este par de relatos pueden ser risibles, pero reflexionando sobre ellos es fácil caer en la decepción. ¿Realmente vale la pena luchar por algo o alguien? ¿Alguien recordará tus méritos al verte caído? ¿Alguien te agradecerá por intentar ayudarle? ¿Es preferible ser esclavo a ser mártir? ¿Nos quedamos en casa o alzamos los puños al sol? El bien y el mal... ¡Qué dilema!